lunes, 9 de marzo de 2009

Un viaje a ninguna parte


Anecdotario de la Laboral: Segunda Entrega.

El articulo anterior sobre anécdotas finalizaba con dos trenes en marcha, uno en dirección a Córdoba y otro cuyo destino era Madrid, viajando en cada uno de ellos los alumnos que acabamos de realizar los exámenes finales de Bachillerato Laboral, los primeros en Madrid y los segundos en Córdoba.

La intención de reunirnos en Córdoba para iniciar “el viaje de estudios” a Benidorm, la ciudad de moda en los años 60 y todo un lujo para nosotros, había quedado truncada por la guerra de las almohadillas, pues la última noche una vez acabados los exámenes, los que nos habíamos quedado en Córdoba para celebrar el fin de curso nos liamos en las habitaciones y pasillos a almohadillazo limpio de tal manera que cuando la pelea estaba en su mayor fragor y apogeo con los cuerpos sudando a tope y con las luces de habitaciones y pasillos todas encendidas, de repente, a eso de las dos y media de la mañana, se oyen gritos de !!! Que viene el Rector ¡¡¡…!!! Que viene el Rector ¡¡¡, así que dejamos lo más rápidamente posible “las armas blancas” y en silencio esperamos acontecimientos.

Al poco rato, vemos que aparece el Rector con algún acompañante y creo recordar que quedamos que al día siguiente nos pondrá al corriente del castigo que nos corresponde por la batalla nocturna llevada a cabo sin “su permiso”, pues casualmente estaba en Almería y la suerte hizo que apareciera a la hora maldita donde cualquier luz destaca en la oscuridad y que en este caso fue nuestra chivata.
En la reunión citada, con las notas de cada uno en sus manos, esta se desarrollo de la siguiente forma y manera: Pasaba lista y si el alumno había suspendido alguna asignatura, con una sonrisa irónica le hacía saber que estaba muy alegre y feliz porque en Septiembre se volverían a ver las caras, pero cuando lo que correspondía era un alumno que había aprobado, la sonrisa se convertía en un gesto serio debido a la amenaza de perdida de beca como castigo por la falta grave cometida.

Los aprobados pasamos el verano sin decir nada en casa y con los nervios a flor de piel por si se llevaba a cabo la amenaza de perder la beca, pero el rector debió de recapacitar y en Agosto recibimos una carta con la fecha de incorporación en el curso siguiente, lo que nos supuso un alivio y poder contar en casa lo que había ocurrido.
Volviendo al fallido viaje de estudios, para el que tuvimos que trabajar mucho para conseguir dinero con la idea de disfrutar unos días en Benidorm, de tal manera que organizamos rifas y programamos sesiones de cine de pago como principales fuentes de ingreso.

La rifa de la que recuerdo que su premio era un viaje a Paris, en la que colaboramos vendiendo participaciones entre nuestras familias, pero que tuvo la siguiente anécdota. El sorteo se hizo en
combinación de un sorteo de la Lotería Nacional y resulta que el número que salio premiado correspondía con un principio de taco, por lo que a pesar de no aparecer el boleto premiado, tuvimos que entregar el premio porque era fácil saber quien lo había comprado, con lo que no pudimos aprovechar la ventaja de quedarnos con el importe del premio.


Todo ello ocurría porque todo estaba muy atado, pues para poder llevar a cabo la organización de este “viaje a ninguna parte” era condición sin vuelta de hoja que el Rector tuviera en su poder el dinero que con cada acto íbamos acumulando y al ser la primera experiencia en este asunto se debería dar un ejemplo de formalidad.

Otra historieta alrededor de este viaje gafado fue que con motivo de que estábamos castigados todos los alumnos a no poder bajar a Córdoba que estaba en fiestas, en nuestro afán de recaudar solicitamos poder traer de Córdoba de la distribuidora Sánchez-Ramade una película para a la vez que dar un entretenimiento a los castigados, sacar un dinero para nuestro objetivo. La petición funciono de tal manera que pudimos hacernos con una película y después de tener que pasar al cuarto de proyección por una ventana y con el cine lleno, ocurrió que cuando todo parecía que iba sobre ruedas, en una escena muere uno de los personajes y al rato el muerto aparece vivito y coleando, con lo que se origino un barullo de padre y señor mió, todo ello debido por la mala colocación de los rollos de la película, lo que nos ocasiono un castigo de tener que volver a echar la cinta una vez ordenada pero esta vez gratis y además regalar la programada para la semana siguiente que es posible fuera “Un americano en Paris”, que por entonces nos supuso un coste de 3.000 pesetas, mucho dinero perdido para nuestras ilusiones.

El total de dinero en caja recaudado para el viaje a Benidorm ascendía a unas 30.000 pesetas, y el destino de esa cantidad una vez negociado con el Rector el año siguiente, fue que la mitad se gastara en libros para la biblioteca y la otra se repartió entre los que quedábamos con beca, pero siempre que fuera gastado en libros técnicos.

Decir por último, que hasta ahora solamente he estado unas horas en Benidorm, pero no creo que haya sido por este viaje que nunca se llevo a efecto, debido a unas almohadas que se cruzaron en nuestras mentes juveniles con ganas de pelea y juerga.

Luis Carramiñana La Vega